lunes, 16 de septiembre de 2013

LITURGIA DE LA SOLEMNIDAD DE SAN FRANCISCO


4 de octubre

SAN FRANCISCO DE ASÍS, DIÁCONO Y FUNDADOR DE LAS TRES ÓRDENES
Familia Franciscana: SOLEMNIDAD

Nació en Asís en 1182. Convertido a Cristo tras una juventud mundana, renunció a los bienes paternos y se consagró por entero a Dios. Abrazó la pobreza y llevó una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios. A sus seguidores los formó con ejemplares normas de vida, aprobadas por la Sede Apostólica. Fundó también la Orden de Clarisas y la Tercera Orden seglar. Predicó la fe entre los infieles. Murió la tarde del 3 de octubre de 1226.

Himnos latinos propios en el Apéndice

I Vísperas

HIMNO

Cae la tarde lentamente
mientras las sombras se alargan.
Francisco sabe que llega
la muerte, su dulce hermana.

Mantiene enhiesto el espíritu
aunque la carne está flaca.
Sus miembros se tornan fríos
mientras el alma se abrasa.

Todos sus hijos, en torno,
le dicen su amor con lágrimas,
y queda el rebaño triste
porque su pastor se marcha.

Francisco, que mira al cielo,
flácida y suave levanta
una mano que bendice
dispensadora de gracias.

Que el error y la lujuria
no mancillen vuestra casa.
Sola la virtud anide
en los cuerpos y en las almas.

Y luego voló su espíritu
como una paloma blanca
que en el cielo ha puesto el nido
colgando en divina rama.

Al Padre, al Hijo, al Espíritu
ascienda nuestra alabanza.
Gloria y honor al Dios Trino
por los siglos que no acaban. Amén.

SALMODIA
Ant. 1. Francisco, varón católico y del todo apostólico, enviado con la buena noticia de la paz.

Salmo 111

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
Hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta.
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritara,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Ant. Francisco, varón católico y del todo apostólico, enviado con la buena noticia de la paz.
Ant. 2. En sus días sostuvo la casa de Dios y reparó el templo.

Salmo 147

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

El envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Ant. En sus días sostuvo la casa de Dios y reparó el templo.
Ant. 3. Sácame de la prisión: me rodearán los justos cuando me devuelvas tu favor.

Salmo 141

A voz en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.

Pero tú conoces mis senderos,
y que en el camino por donde avanzo
me han escondido una trampa.

Mira a la derecha, fíjate:
nadie me hace caso;
no tengo adónde huir,
nadie mira por mi vida.

A ti grito, Señor;
te digo: «Tú eres mi refugio
y mi lote en el país de la vida.»

Atiende a mis clamores,
que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo.

Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos
cuando me devuelvas tu favor.

Ant. Sácame de la prisión: me rodearán los justos cuando me devuelvas tu favor.

LECTURA BREVE                                                                                                             Rm 8, 10-11
Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros

RESPONSORIO BREVE
R. Francisco pobre y humilde * Entra rico en el cielo. Francisco.
V. Lo aclaman con himnos celestiales. * Entra. Gloria al Padre. Francisco.

Magníficat, ant. Francisco, del todo sumiso al Creador, tuvo sumisas a las criaturas: se servía de ellas para gloria de Dios.

PRECES
Invoquemos, hermanos, a Dios Padre, fuente de toda santidad que, por la intercesión y ejemplo de nuestro Padre San Francisco, nos guía por el camino de la santidad, y digámosle:
Escúchanos, Señor.

Padre Santo, que hiciste a tu siervo Francisco imitador perfecto de tu Hijo,
–haz que nosotros, siguiendo sus huellas, observemos fielmente el Evangelio de Cristo.

Padre de bondad, guía nuestros pasos por el camino de la paz, siguiendo el ejemplo de nuestro padre San Francisco,
–para que, con sincero corazón, vivamos en obediencia, sin propio y en castidad.

Padre altísimo y omnipotente, que dispersas a los soberbios de corazón y enalteces a los humildes,
–concédenos imitar a nuestro seráfico Padre en la virtud de la humildad.

Padre de amor y de misericordia, que marcaste con las señales de la pasión de tu Hijo a tu siervo Francisco,
–concédenos gloriarnos siempre de la cruz de Cristo.

Padre indulgente, que por las súplicas de nuestro Padre San Francisco otorgaste el perdón a los pecadores,
–muestra tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Padre nuestro.

Oración

Dios todopoderoso, que otorgaste a nuestro Padre San Francisco la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza, concédenos caminar tras sus huellas, para que podamos seguir a tu Hijo y entregarnos a ti con amor jubiloso. Por nuestro Señor Jesucristo.

Invitatorio

Ant. Venid, adoremos a cristo Rey, que enaltece a los humildes.
El salmo invitatorio como en el Ordinario.

Oficio de lectura

HIMNO

Luce el cielo su manto de estrellas
en la noche callada y serena;
cuando todos descansan y duermen,
fray Francisco absorto está en vela.

Y sus ojos, al cielo elevados,
son plegaria de amor y de entrega,
y su voz, un susurro de rezos,
convertidos en dulces poemas.

«¡Quién sois Vos, Señor mío y Dios mío!
¡Quién soy yo, vil gusano en la tierra!…»
Y así pasan las horas volando,
y Francisco, extático, sueña:

¡es heraldo del Rey de la gloria,
y la Dama Pobreza es su dueña!
Ya no cuentan dolores ni gozos,
sufrimientos y dichas no cuentan.

Demos gloria al Dios increado,
Trino y Uno en personas y esencia,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
alabanzas y gloria eternas. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Dios me hizo olvidar la casa paterna, me hizo crecer en la tierra de mi aflicción.

Salmo 1

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

Ant. Dios me hizo olvidar la casa paterna, me hizo crecer en la tierra de mi aflicción.
Ant. 2. Estimó mayor riqueza el oprobio de la cruz de Cristo, que los tesoros del mundo.

Salmo 8

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ant. Estimó mayor riqueza el oprobio de la cruz de Cristo, que los tesoros del mundo.
Ant. 3. He muerto al mundo y mi vida está, con Cristo, escondida en Dios.

Salmo 15

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.

Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

Ant. He muerto al mundo y mi vida está, con Cristo, escondida en Dios.

V. Señor, has sellado a tu siervo Francisco.
R. Con las señales de nuestra redención.

PRIMERA LECTURA
Del libro del Eclesiástico                                                                  50, 1. 4-5a. 6-11. 22.25. 29-37

Como sol refulgente sobre el templo real

En su tiempo se reparó el templo, en sus días se afianzó el santuario.

Él cuidó de su pueblo para evitar la ruina y fortificó la ciudad contra el asedio. ¡Qué glorioso era! Como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna llena, como el sol que brilla sobre el templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria, como flor del rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como brote del Líbano en el verano, como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo adornado de toda clase de piedras preciosas, como olivo floreciente de frutos, como ciprés que se eleva hasta las nubes. Cuando se ponía la vestidura de gala y se vestía sus elegantes ornamentos.

En torno a él la corona de sus hermanos, como brotes de cedro del Líbano, lo rodeaban como tallos de palmera. Entonces bajaba y elevaba sus manos sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su nombre.

Y ahora bendecid al Dios del universo, el que por todas partes hace grandes cosas, el que exaltó nuestros días desde el seno materno, y que nos trata según su misericordia. Que nos dé contento de corazón, y que haya paz en nuestros días. Sabia doctrina y sentencias ajustadas ha grabado en este libro, vertió de su corazón sabiduría a raudales.

Feliz quien repase esto a menudo; el que lo ponga en su corazón se hará sabio. Y si lo practica, para todo será fuerte, porque la huella que sigue es la luz del Señor.

RESPONSORIO                                                                                                                    1Co 2, 4. 1
R. Mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, * Sino en la manifestación y el poder del Espíritu.
V. Pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. * Sino.

SEGUNDA LECTURA
De la carta de San Francisco de Asís a todos los fieles
(BAC 399, San Francisco de Asís, Madrid 1978, pp. 55-56. 59-60)

Puesto que soy siervo de todos, a todos estoy obligado a servir

Puesto que soy siervo de todos, a todos estoy obligado a servir y a suministrar las odoríferas palabras de mi Señor; y quiero comunicarles las palabras de nuestro Señor Jesucristo, que es el Verbo del Padre, y las palabras del Espíritu Santo, que son espíritu y vida.

Siendo este Verbo del Padre sobre manera rico, quiso, junto con la bienaventurada Virgen, su Madre, escoger en el mundo la pobreza. Y puso su voluntad en la voluntad del Padre, diciendo: Padre, hágase tu voluntad; no se haga como yo quiero, sino como quieres tú.

Y la voluntad de su Padre fue que su bendito y glorioso Hijo, a quien nos dio para nosotros, y que nació por nuestro bien, se ofreciese a sí mismo como sacrificio y hostia, por medio de su propia sangre, en el altar de la cruz; no para sí mismo, por quien todo fue hecho, sino por nuestros pecados, dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas.

Y quiere que todos seamos salvos por él y que lo recibamos con un corazón puro y con nuestro cuerpo casto. ¡Oh, cuán dichosos y benditos son los que aman a Dios y obran como dice el Señor mismo en el Evangelio: Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón y con toda la mente, y a tu prójimo como a ti mismo!

Amemos, pues, a Dios y adorémoslo con puro corazón y mente pura, porque esto es lo que
sobre todo desea cuando dice: Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad. Porque todos los que lo adoran, es preciso que lo adoren en espíritu de verdad. Y dirijámosle alabanzas y oraciones día y noche, diciendo: Padre nuestro, que estás en los
cielos, porque es preciso oremos siempre y no desfallezcamos.

Y de manera especial los religiosos, que renunciaron al siglo, están obligados a hacer más y mayores cosas, pero sin omitir éstas. No debemos ser sabios y prudentes según la carne, sino, más bién, sencillos, humildes y puros. Yo, hermano Francisco, vuestro menor siervo, os ruego y suplico, en la caridad, que es Dios, y con el deseo de besaros los pies, que os sintáis obligados a acoger, poner por obra y guardar con humildad y amor estas palabras y las demás de nuestro Señor Jesucristo. Y a todos aquellos y aquellas que las acojan benignamente, las entiendan y las envíen a otros para ejemplo, si perseveran en ellas hasta el fin, bendíganles el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

RESPONSORIO                                                                                       Jr 11, 4; Mt 11,29; ICo 11, 1
R. Escuchad mis palabras y haced lo que os mando, * Y encontraréis vuestro descanso.
V. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo. * Y encontraréis.

HIMNO Te Deum.

Oración

Dios todopoderoso, que otorgaste a nuestro Padre San Francisco la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza, concédenos caminar tras sus huellas, para que podamos seguir a tu Hijo y entregarnos a ti con amor jubiloso. Por nuestro Señor Jesucristo.

Laudes

HIMNO

Hoy a Francisco celebra
el mundo con alegría.
Hoy una nueva armonía
resuena en la creación.

Que en la mañana temprana
Francisco a todos invita,
para venir a la cita
y bendecir al Señor.

La luz que nace hoy de nuevo,
el aire que se ilumina;
el hombre que ya camina
a su trabajo y su afán.

El ave que mañanera
canta con gozo profundo…
Todo es hoy gozo en el mundo
por el Hermano Mayor.

Dad gloria a Dios, Uno y Trino,
que todo nos da en Jesús.
Gloria al que ofrece en la cruz
camino, vida y verdad.

Cantad su gloria por siempre,
y, su alabanza cantando,
pregone que estáis amando
al Dios de toda bondad. Amén.

Ant. 1. Apareció perfecto y justo, y al tiempo de la destrucción él fue el renovador.
Los salmos y el cántico, del domingo de la semana I.
Ant. 2. Loaba de continuo al Señor: a las estrellas, al viento, a las aves, a todas las criaturas, invitaba a alabar al Creador.
Ant. 3. El Señor levantó al humilde, lo exaltó hasta los límites del orbe.

LECTURA BREVE                                                                                                        Ga 1, 15-16. 24
Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles. Y alababan a Dios por causa mía.

RESPONSORIO BREVE
R. Mi corazón y mi carne * Retozan por el Dios vivo. Mi corazón.
V. Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor. * Retozan. Gloria al Padre. Mi corazón.

Benedictus, ant. Se mantuvo alegre al compartir los padecimientos de Cristo y, ahora que se ha manifestado su gloria, rebosa de gozo.

PRECES
Glorifiquemos a Cristo, que, por su muerte y resurrección, edificó su Iglesia y nos ha llamado al seguimiento de Francisco, y supliquemos humildemente diciendo:
Consérvanos, Señor, en tu santo servicio.

Tú que viniste a evangelizar a los pobres, enséñanos a propagar tu reino de palabra y obra,–y a instaurarlo con éxito entre los hombres.

Tú, que eres luz de los pueblos y maestro de santidad, haz que permanezcamos firmes en la fe verdadera,
–para que proclamemos tu nombre en todo el mundo.

Tú, que diste el mandamiento nuevo de que nos amáramos unos a otros,
–concédenos trabajar por el bien de todos los hombres.

Tú, Sabiduría del Padre, ilumina nuestras inteligencias,
–para que, fieles a la verdad, permanezcamos en el amor.

Tú, que trabajaste con tus propias manos, dirige nuestro trabajo,
–para que todos los que vean nuestras obras glorifiquen a Dios Padre.

Padre nuestro.

Oración

Dios todopoderoso, que otorgaste a nuestro Padre San Francisco la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza, concédenos caminar tras sus huellas, para que podamos seguir a tu Hijo y entregarnos a ti con amor jubiloso. Por nuestro Señor Jesucristo.

Hora intermedia

Salmodia complementaria. Si cae en domingo, salmos del domingo de la semana I.

Tercia
Ant. Me he puesto al servicio de todos, para ganar a los más posibles para Cristo nuestro Señor.

LECTURA BREVE                                                                                                                 Flp 3, 7-8
Todo lo que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo.

V. Ninguna criatura pudo apartarme del amor de Dios.
R. Manifestado en Cristo Jesús.

Sexta
Ant. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

LECTURA BREVE                                                                                                               Si 3, 17-20
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad, y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes.

V. Yo soy pobre y desgraciado.
R. Pero el Señor se cuida de mí.

Nona
Ant. Cristo Jesús me ha otorgado el premio: el conocimiento de su persona y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte.

LECTURA BREVE                                                                                                           Ga 2, 19b-20
Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

V. Si nuestra existencia está unida a Cristo en una muerte como la suya.
R. Lo estará también en una resurrección como la suya.

La oración como en Laudes.

II Vísperas

HIMNO

Ven, Francisco, a tus hermanos,
visita a los pobrecillos;
ven, traspasado de amor
por las heridas de Cristo;
como nueva primavera
después del invierno frío,
¡ven, Francisco!

Ven, que los hombres te vean
por el mundo peregrino:
liberado, sin alforja
y sin dinero en el cinto;
y anuncia la paz y el bien
con los labios florecidos,
¡ven, Francisco!

Ven con los brazos sin armas,
hermano suave y pacífico;
ven, menor de los menores,
de corazón compasivo;
profeta sin amargura,
ven con el ramo de olivo,
¡ven, Francisco!

Ven, penitente gozoso,
que lloras de regocijo;
heraldo loco de amor
y paz de los enemigos;
ven por los barrios y plazas,
juglar del perdón divino,
¡ven, Francisco!

Ven, ángel de buenas nuevas,
háblanos de Jesucristo;
ven, boca del Evangelio,
cristiano sabio y sencillo;
hermano tan deseado,
Francisco tan bien querido,
¡ven, Francisco!

SALMODIA
Ant. 1. Nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste, crucificado.

Salmo 112

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono.
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Ant. Nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste, crucificado.
Ant. 2. Muriendo su misma muerte, para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección.

Salmo 145

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que de pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Ant. Muriendo su misma muerte, para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección.
Ant. 3. Será el Señor tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor.

Cántico                                                            Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Ant. Será el Señor tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor.

LECTURA BREVE                                                                                                        Ga 6, 14. 17-18
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.

RESPONSORIO BREVE
R. Tu victoria, Señor, * Ha engrandecido su fama. Tu victoria.
V. Le concedes bendiciones incesantes. * Ha engrandecido. Gloria al Padre. Tu victoria.

Magníficat, ant. El Señor se fija en el pobre y vagabundo para hacerle bien, y lo levanta del polvo, le hace levantar la cabeza: muchos se asombran al verlo y alaban a Dios.

PRECES
Invoquemos, hermanos, a Dios Padre, fuente de toda santidad que, por la intercesión y ejemplo de nuestro Padre San Francisco, nos guía por el camino de la santidad, y digámosle:
Escúchanos, Señor.

Padre Santo, que hiciste a tu siervo Francisco imitador perfecto de tu Hijo,
–haz que nosotros, siguiendo sus huellas, observemos fielmente el Evangelio de Cristo.

Padre de bondad, guía nuestros pasos por el camino de la paz, siguiendo el ejemplo de nuestro Padre San Francisco,
–para que, con sincero corazón, vivamos en obediencia, sin propio y en castidad.

Padre altísimo y omnipotente, que dispersas a los soberbios de corazón y enalteces a los humildes,
–concédenos imitar a nuestro seráfico Padre en la virtud de la humildad.

Padre de amor y de misericordia, que marcaste con las señales de la pasión de tu Hijo a tu siervo Francisco,
–concédenos gloriarnos siempre de la cruz de Cristo.

Padre indulgente, que por las súplicas de nuestro Padre San Francisco otorgaste el perdón a los pecadores,
–muestra tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Padre nuestro.

Oración

Dios todopoderoso, que otorgaste a nuestro Padre San Francisco la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza, concédenos caminar tras sus huellas, para que podamos seguir a tu Hijo y entregarnos a ti con amor jubiloso. Por nuestro Señor Jesucristo.

Completas

HIMNO

Cuando ya el sol se ha escondido,
y la luna y las estrellas
son con sus luces las huellas
de la presencia de Dios;

con el hermano Francisco
cantamos, Señor, tu gloria,
para cantar tu victoria
al nacer de nuevo el sol.

Que el sol a Cristo recuerda.
y su pasión y su muerte
es la noche que te advierte:
«Resucitará el Señor.»

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

por los siglos de los siglos. Amén.

sábado, 24 de agosto de 2013

Teologìa Franciscana



I. Visión histórica 

Por una parte Francisco de Asís mantuvo una actitud de repulsa a los estudios, pues temía que de ellos brotara un peligro para la piedad, y rechazó la ciencia que deja seco el corazón y no sirve al amor. Por otra parte, mostró gran aprecio de la auténtica teología en su testamento: «Debemos honrar y venerar a todos los sabios de Dios, como a hombres que nos dan espíritu y vida.» A pesar de la inicial resistencia contra los estudios, se realizó un cambio sorprendentemente rápido. Alrededor del año 1250 había ya más de 30 escuelas de la orden. Los f. descollaron pronto entre los maestros más célebres. No sucumbieron al peligro temido por Francisco, sino que supieron combinar una gran sabiduría con una profunda piedad y sencillez. Fue decisiva para la teología franciscana la erección de estudios propios de la orden en las universidades de París y Oxford, que entonces estaban a la cabeza en materia teológica. En París, el año 1236 Alejandro de Hales (+ 1245) entró en la orden franciscana siendo ya maestro, con lo cual hizo que la orden tuviera por primera vez una cátedra en la universidad de París. Aquí destacó particularmente Buenaventura (+ 1274), que sin duda es la mejor encarnación del espíritu de la teología franciscana. Como general y «segundo fundador de la orden», aseguró un puesto firme a los estudios científicos en la orden franciscana. Él es el «príncipe entre los místicos» (con el título de Doctor seraphicus). En Oxford los f. erigieron un estudio propio en 1229. Su primer maestro, Roberto Grosseteste (+ 1253), que procedía del clero secular, marcó su sello en esta escuela, que presenta los siguientes rasgos esenciales: 1) estudio de la Biblia, 2) estudio de la lengua griega como medio necesario, 3) instrucción matemática y física. El estudio franciscano de Oxford se desarrolló rápidamente hasta llegar a ser la escuela más importante de la universidad de Oxford, y en general la escuela más influyente de los franciscanos.

Desde el punto de vista cronológico hay que distinguir: 1) la antigua escuela franciscana, que abarca la primera generación, es decir, los contemporáneos de Buenaventura (sus doctrinas características son agustinianas: materia espiritual, rationes seminales, pluralidad de formas, conocimiento bajo la luz increada, carácter substancial [no accidental] de las potencias del alma; sin embargo, en principio no se rechaza a Aristóteles, p. ej., la doctrina del hilemorfismo); 2) la escuela franciscana intermedia, a la que pertenecen los teólogos del tiempo posterior a Buenaventura hasta Juan Duns Escoto (en medio de un agustinismo fundamental, se aproxima más a Aristóteles); 3) la moderna escuela franciscana, que se remonta a Duns Escoto (t 1308) y se llama escotista. Escoto permaneció fiel al agustinismo, pero a la vez tuvo en gran estima a Aristóteles y Avicena. Como gran pensador especulativo (Doctor subtilis), analizó críticamente el caudal de la tradición, y además creó un sistema original. Entre sus discípulos y seguidores hubo teólogos importantes, pero ninguno alcanzó su altura. «Por tanto, la gran escuela franciscana de hecho con Duns Escoto llegó a su fin» (Dettloff). La decadencia general no pasó sin dejar huella en la teología franciscana. En conexión con la especulación acerca de la potencia absoluta de Dios, pasaron a primer plano meras sutilezas. La libertad soberana de Dios, tan acentuada por Escoto, ya no fue considerada en su unión con el amor, y degeneró muchas veces en arbitrariedad (--> escotismo).

II. Espiritualidad 

No existe una teología franciscana cerrada. Por esta razón, desde el punto de vista del contenido, la t. de los f. no puede caracterizarse a base de las tesis concordemente propugnadas en ella. Su peculiaridad no radica tanto en la doctrina cuanto en una espiritualidad propia. Esta queda concretada en determinados móviles intelectuales y modos de pensar, que estructuran y acuñan la teología franciscana. Mucho de esto se halla también fuera de la t. f. Pero allí no constituyó, o por lo menos no en igual medida, un elemento configurador del pensamiento teológico.

Las principales fuentes históricas de donde brota la peculiaridad de la teología franciscana, que llega a su apogeo en la alta -> escolástica, son el -> agustinismo y especialmente la personalidad de san Francisco. Los dos estudios más importantes de la orden en París y Oxford recibieron ya de sus primeros maestros un sello agustiniano. Aun cuando en el transcurso del tiempo se aceptó cada vez más el caudal aristotélico, sin embargo se mantuvo fundamentalmente la primitiva orientación agustiniana. No es casual el hecho de que la mayor parte de los agustinianos medievales fueran franciscanos, pues la espiritualidad franciscana y el agustinismo están íntimamente emparentados; en cambio el aristotelismo estuvo representado especialmente por Tomás de Aquino y su escuela. Mucho más importante que el agustinismo, cuyas tesis características pertenecen principalmente al terreno filosófico, es la espiritualidad que Francisco dejó en herencia a su orden. Esa espiritualidad aparece en los siguientes elementos estructurales, característicos de la teología franciscana, que se traslucen con suma claridad en Buenaventura y Escoto. 

1. La t. f. gira en torno a lo existencial y personal, así como en torno a la historia bíblica. El interés de Francisco está en el seguimiento de Cristo, es decir, en aquella realización cristiana de la existencia que conduce a la salvación. Anuncia exclusivamente el cumplimiento completo del evangelio, no una piedad especial. Exige solamente lo que exige la Escritura. Esta orientación de la t. f. se ve ya en la posición respecto de la filosofía, que no se cultiva por sí misma, sino con miras a la teología. Los problemas filosóficos son tratados bajo el aspecto teológico. La razón de esta actitud está en que la filosofía es incapaz de conducir a la salvación. Apud philosophos non est scientia ad dandam remissionem peccatorum (Buenaventura). La teología no sólo debe comunicar el saber de la salvación, sino, ante todo, conducir a la salvación misma. Por consiguiente, su objetivo principal no es tanto el conocimiento, cuanto la acción y la santificación del hombre. (ut boni fiamus [Buenaventura]). Es una ciencia, pero, todavía más, una sabiduría. Tiene relación con esto el hecho de que la t. f. piense con categorías personales más intensamente que las otras teologías contemporáneas. Lo cual se ve en la primacía del querer sobre el conocer, en la acentuación de la libertad divina y de la humana, y en el primado del amor. Así, p. ej., Escoto, en contraposición a Tomás de Aquino, defiende la libertad del hombre incluso en el caso de la visión de Dios, y considera que la esencia más íntima de la felicidad es el amor, forma suprema del encuentro personal. El matiz bíblico e histórico-salvífico se ve entre otras cosas en la posición central de la Biblia. Para Buenaventura la teología es primariamente estudio de la Biblia. En Oxford la exégesis constituye un objetivo fundamental. Esta orientación aparece con peculiar claridad en el punto mismo de partida del pensamiento. Así, p. ej., en la cuestión acerca de la facultad cognoscitiva del hombre, el interés no se dirige o apenas se dirige al hombre en sí, se centra en el hombre que existe concretamente, tal como se nos describe en la Escritura, es decir, en el hombre caído y redimido. La especulación está totalmente al servicio de la explicación del orden fáctico de la salvación.

2. La imagen de Dios está determinada sobre todo por el amor y la transcendencia. También aquí se manifiesta la herencia de Francisco, que en el Cántico di f rate sole invoca a Dios con sus palabras típicas: «¡Supremo, omnipotente, bondadoso Señor!» Buenaventura trata de entender el misterio de la Trinidad a partir del amor que se difunde libremente. De acuerdo con el principio fundamental platónico delbonum di f f usivum su¿ él considera la vida intradivina como un entregarse en forma de amor. Para Escoto no sólo el Espíritu Santo, sino Dios en general es f ormaliter caritas y dilectio per essentiam. Por esto mismo nada hay en Dios que no sea realmente idéntico con el amor. El amor es la razón más profunda de todo obrar divino. Con la magnánima donación de su amor, Dios busca al hombre para que ame junto con él. La transcendencia de Dios queda reflejada con lucidez en la admiración de Buenaventura ante la incomprensibilidad divina y en su docta ignorantia e igualmente en la acentuación de la libertad divina por parte de Escoto. La criatura debe su bondad a la libre voluntad de Dios: «Dios no quiere las cosas porque son buenas, sino que éstas son buenas porque él las quiere.» Esta misma soberanía aparece en el principio de su doctrina de la aceptación: Nihil creatum formaliter est a Deo acceptandum. Sin embargo, esta libertad no implica ninguna arbitrariedad, pues Dios es el amor, y en su actuación libre está vinculado a la bondad de su esencia; por consiguiente él sólo puede actuar en conformidad con su naturaleza, es decir, en conformidad con el amor.

3. Otra de las características de la teología franciscana es la actitud positiva ante las cosas de este mundo, actitud que goza de gran actualidad. En el Cantico di f rate sole, el santo saluda las cosas de este mundo como hermanas suyas. Ese amor franciscano a la naturaleza no es pura imaginación visionaria, sino que brota de la capacidad de encontrar a Dios en todas las cosas. Esta misma actitud se halla también en la t. f., sobre todo en el ejemplarismo simbólico de Buenaventura. La creación es un libro en el que, con la ayuda de la Escritura, podemos conocer y encontrar a Dios.

4. La t. f. es cristocéntrica. Para Francisco, embriagado de Jesús, la persona del Señor constituye el centro de la vida. Ninguna escuela teológica ha resaltado tanto la posición central de Cristo como la t. f. Para Buenaventura Cristo es el tenens medium in omnibus, centro y mediador de todo conocimiento teológico, centro de la Escritura y del universo. Escoto muestra claramente esta posición central en su doctrina acerca de la predestinación absoluta de Cristo. Escoto no fue el primero en defender esta doctrina, pero la reelaboró tan decisivamente, que justamente se atribuye a él su origen. Desde entonces, por primera vez Teilhard de Chardin, que usa como base las ciencias naturales, ha hecho un intento comparable al de Escoto, procurando entender a Cristo como centro de la creación.

5. La t. f. acentúa particularmente la humanidad de Cristo. También aquí, el principal impulso parte de Francisco, que venera sobre todo los misterios de la humanidad de Jesús (1223 construcción del «belén» en Greccio, 1224 estigmatización). Esa herencia prosigue en la t. f., donde más claramente en Escoto, que, por así decir, en su cristología «va hasta el límite de lo posible, a fin de dejar a salvo la realidad e integridad de la naturaleza humana de Cristo» (Dettloff). Este móvil actúa tras muchas tesis típicamente escotistas: p. ej., la determinación negativa de la personalidad humana, dos esse existentiae y dos filiaciones en Cristo, negación de la estricta infinitud de los méritos de Cristo a causa de la finitud de la naturaleza humana, con la que Cristo padeció. A la acentuación de la humanidad de Cristo está estrechamente vinculada la veneración a la madre del Señor. Es más que casualidad el hecho de que Escoto, uno de los dos mayores teólogos franciscanos, ostente el título de Doctor marianus a causa de los méritos adquiridos con su doctrina de la inmaculada Concepción.


BIBLIOGRAFIA: B. Geyer, Die mittelalterliche Philosophic: Ueberweg13 11 141-503 (cf. el índice); Gilson-BShner 473-510; H. Mühlen,Sein and Person nach Johannes Duns Scotus. Beitrag zur Grundlegung einer Metaphysik der Person (Franziskanische Forschungen 11)